¿Cómo nos podemos aproximar al mercado laboral del
educador social? Esperando el eco (Universidad Cooperativa de Colombia) 21 junio, 2018
Por Josep Vallés Herrero
A esa pregunta le intentamos dar respuesta en Cataluña (España) a partir de un trabajo empírico
expuesto en “Aproximación al mercado laboral del Educador Social” publicado en la revista digital Aula
Magna 2.0, de las revistas científicas de Educación en Red, promovida por la Universidad Nacional de
Educación a Distancia (UNED), con el apoyo, en la edición, del Dr. Lorenzo García Aretio y del añorado
Dr. Ramón Pérez Juste.
La educación social es una profesión en construcción. El resultado de la investigación que realicé en el
2014 ha sido un inventario detallado de 72 contextos laborales del educador social, y, aunque debería
contrastarse más, es decir, consultar a más expertos y en diferentes comunidades del Estado, puede
ser de utilidad en aspectos formativos y de prácticas profesionales para los educadores sociales; por
otro lado, nos falta una regulación de la educación social como profesión bien definida, como ha
defendido el Consejo General de Educadoras y Educadores Sociales (CGCEES) de España. La
extrapolación internacional de estos contextos laborales debería adaptarse a cada país. Hay una gran
diversidad de perfiles y denominaciones de educadores y educadoras sociales en todo el mundo:
animador sociocultural, social educator, social worker, educateur sociaux, educatore profesional,
psicoeducador o sociopedagogo, por lo que el principal desafío, al afrontar el reto de la globalización, en
clave de educación social y su mercado laboral, es la construcción de la identidad de todos estos
profesionales, voluntarios e investigadores, que en diferentes denominaciones trabajan, con objetivos
similares, para la educación social. Por lo tanto, los estudios sobre el mercado laboral de estos
profesionales tendrían que tener en cuenta esta diversidad que nos caracteriza como agentes de
acompañamiento educativo y promover el bienestar social y cultural.
Algunas de las voces más autorizadas para responder cuáles son los retos profesionales actuales son
los colegios profesionales de educadoras y educadores como la Asociación Internacional de
Educadores Sociales (AIEJI), la Sociedad Iberoamericana de Pedagogía Social(SIPS) y las
universidades; la primera, por ser una asociación de educadores y educadoras; la segunda, porque
reflexiona sobre las prácticas desde posiciones teóricas; y la última, porque puede reflexionar sobre la
formación de futuros educadores.
Un artículo relevante en estas temáticas es “La educación social en un mundo globalizado desde el
punto de vista de la AIEJI” de su presidente Benny Andersen, en el que describe los principales
objetivos de trabajo para los próximos años de esta asociación (2017-2021): el trabajo socioeducativo
en ancianos y personas con demencia y la ética en el trabajo socioeducativo.
Otra anotación interesante es que, desde la Junta de Gobierno del Colegio Profesional de Educadoras y
Educadores Sociales Catalán (CEESC), promovimos un Informe sobre el Estado de la Educación Social
en Cataluña en el que se indican los principales ámbitos específicos de intervención de los educadores
y educadoras catalanas en el 2014, entre los que destacan en ocupación y a gran distancia de los otros,
los servicios sociales de base, los centros residenciales de acción educativa y, en porcentajes menores,
los programas socioeducativos para la infancia, la animación y dinamización sociocultural, el trabajo en
centros residenciales para mayores y el trabajo con personas con discapacidad.
Desde mi punto de vista, algunos de los grandes retos que tenemos planteados como profesionales,
desde la educación social y más teóricamente desde la pedagogía social, son retos también de toda la
sociedad: la defensa y acción educativa de los más vulnerables contra las injusticias sociales, la
búsqueda de la paz y la lucha por el equilibrio medioambiental (cuestiones como el cambio climático no
nos son extrañas). La magnitud de estos temas nos hace susceptibles de buscar alianzas y discursos
parecidos a los que encontraríamos en organizaciones como la ONU (UNICEF), UNESCO, Consejo de
Europa, Foro Social Mundial (FSM), Fundación Cultura y Paz, Premios Nobel de la Paz y Greenpeace,
por solo citar algunas.
La educación social es una de las profesiones más humanas y enriquecedoras espiritualmente ya que
consiste en ayudar a los más necesitados, a los indefensos y a los rechazados de forma injusta. La no
muy divulgada declaración de Barcelona, en el III Congreso de Educación Social en España (2001), es
que para la profesión lo importante es el progreso de la humanidad: dibuja un perfil profesional de tipo
reflexivo, crítico y autocrítico con la capacidad para la creación de conocimiento en un mundo incierto e
identifica el compromiso de la profesión con la promoción de las personas. Es por esto que los
educadores sociales tenemos el espíritu del Quijote, personaje errante en busca de utopías, en el
sentido en que lo describe Ignacio Ramonet en el Foro Social Mundial del 2005, en Porto Alegre: “Pero
no en el sentido estricto de la palabra utopía, en realidad, lo que él no soporta es la injusticia, las
desigualdades y quiere que cambien las cosas”.
JOSEP VALLÉS HERRERO
Doctor en Pedagogía, educador social y profesor tutor de la UNED. Miembro de la Vocalía de Situación
Profesional y Sociolaboral del Consejo General de Colegios de Educadoras y Educadores Sociales de
España y de la Sociedad Iberoamericana de Pedagogía Social (SIPS). Vocal del Observatorio de
Infancia de la Generalitat de Catalunya. Autor de Manual del Educador Social. Intervención en Servicios
Sociales (2009), Compendio conceptual de la Educación Social(2010) y de la tesis Análisis y valoración
de las funciones de los educadores sociales en España(2011). Correo: jvalles@tortosa.uned.es