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20 de febrer del 2018

A PROPÓSITO DE MANUAL DEL EDUCADOR SOCIAL por Federico Diego Espuny (21-12-2009)



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Vídeo del acto de presentación en catalán en: https://youtu.be/BD1YoIEuikI

El “Manual del educador social” (2009) de Josep Vallés Herrero, profesional de servicios sociales del Ayuntamiento de Tortosa y profesor tutor de la UNED ha sido publicado por Editorial Pirámide del Grupo Anaya; es una obra práctica que resume y recapitula una larga historia que podrá servir de referencia y estudio a los interesados.
La publicación del texto coincide con los treinta años de ayuntamientos democráticos y con los veinte años de la Convención de las Naciones Unidas por los Derechos de los Niños. El compromiso académico, además de personal y profesional de su autor se dejan ver a través de las páginas de ese “cuaderno de bitácora” o navegación por el proceloso mar de la educación social durante más de un cuarto de siglo.


Entender la tarea del educador familiar, social o de menores para definir sus funciones será más claro al partir de la intervención psicoeducativa tal como ha sido formulada por Gilles Gendrau et col. (2001) “Jeunes en dificulté et intervention psychoeducative” en el ámbito quebecois o como educación especializada; interesante consultar Alejandro Tiana y F. Sanz (2003), “Génesis y situación de la educación social en Europa”.

Enmarcaré este nuevo manual entre cuatro tradiciones: catalano-española, polaco-rusa, de países emergentes o del sur (América/África) y europeo-norteamericana.

De forma sucinta repasamos algunos de sus protagonistas, maestros, educadores para entender adecuadamente qué novedad propone el autor del manual. Espero de esta forma disponer de referentes para escuchar mejor y respetar más a los niños/as, y hacerlo de forma más detallada y concreta, aprovechando la importancia del grupo de iguales para que aprendan a’ pensar’ y puedan ellos mismos construir su vida diaria de forma satisfactoria y crítica.

1. La tradición catalana-española
La protección y defensa de los derechos a la infancia se desarrolla en la línea del movimiento de renovación pedagógica o Escuela Nueva (Escuela Moderna de F.Ferrer y Guàrdia,; Escola Montsessori de A. Gali, Escola de Bosc de R. Sensat; Colonias de Mar de A. Martorell; Revista Infantia nostra y Laboratorio de psicología experimental de Ll.Mª.Folch y Torres ...) y que en sectores específicos de infancia continuará durante la posguerra civil como la Obra Tutelar Agraria (OTA), fundada el 1928 por Ramon Albó (1875-1955), político y abogado que ya de estudiante visitaba las cárceles de Barcelona para interesarse por la cuestión carcelaria. Albó inicia las colonias agrarias a Santa Maria del Vallès y a Santa Maria de Gimenells, dada su experiencia a partir de 1922 como primer presidente del Tribunal tutelar de menores. Dimitió de estos cargos al proclamarse la II República (1931-39). Así lo explican publicaciones de la época y sobre todo el testimonio de un acogido Ricard Font (2000, Pagès), “Los otros niños de la guerra del 36”, hijo huérfano de los perdedores al 39, quien rememora cómo fue acogido en una de estas colonias agrarias de posguerra, sin marchar al extranjero (Los niños de Rusia, Jaime Camino, 2002).

Un talante diferente ofrece la Casa de familia que toma impulso durante el periodo republicano cuando es nombrado vocal del Tribunal tutelar su creador mosén Josep Pedragosa i Montclús (1874-1957) estudiado historiadores como F. Santolaria y A.C.Moreau de la Universidad de Barcelona. La contraposición entre el catedrático de derecho Eugenio Cuello Calón, nuevo juez presidente que sustituye a R. Albó quién recuperó la presidencia del Tribunal tutelar a partir de 1939 hasta casi su muerte, son buena confrontación de laicismo frente al nacional-catolicismo.

Más allá de la posguerra y el desarrollismo de los sesenta, para entender los cambios en el tratamiento de menores, a mayor distancia que obra coordinada por Amando Vega (1984)”Pedagogía Terapéutica e inadaptados en Catalunya” con testimonios de Adrià Trescents y Manel Oliveras, hay que incluir otros dos pioneros:

-Faustino Guerau de Arellano (Valencia, 1929-Barcelona, 1986), pedagogo. Director técnico de la “Ciudad de los Muchachos” de Alicante. Orientador de estudios del Instituto Ramon Albó, de Barcelona. Renovador de la atención de niños y jóvenes marginados con una nueva perspectiva menos asistencial y encubridora de la marginación, y más crítica social que después ha acontecido: la educación social. Promotor de la Escuela de Educadores Especializados Flor de Maig, orientando a la vez el cambio en los centros de infancia de la Diputación de Barcelona. Autor de “La vida pedagógica” (1985) y “El educador de calle” (1987), libros en los cuales se encuentra la síntesis de su pensamiento y trabajo. Publicó diversos artículos y trabajos de su especialidad a revistas como Perspectiva escolar y Guix.

-Toni Julià Bosch (1941–2009), educador social y referente histórico en la consolidación de la figura del educador especializado. Fue presidente de la Asociación Internacional de Educadores Sociales, (AEJI). Vinculado al Centro de Formación de Educadores Especializados y a la Escuela de Educadores Especializados de Girona. Había trabajado apoyando el movimiento de los Colectivos Infantiles del Ayuntamiento de Barcelona y fundador del Servicio Gerundense de Pedagogía Social.

Los cotidianos y, a su vez, legendarios relatos, de éstos y de otros centenares educadores que han sido como las semillas, los testimonios antiguos (s. XX) o los militantes y la avanzadilla que han cimentado las bases de una profesión del presente y de futuro (s. XXI).

La legislación catalana sobre infancia, desde el traspaso en 1981 de competencias en la materia se han realizado cinco grandes leyes: 11/1985, 37/91, 8/95; 9/98 Código de familia; 8/2002 y ahora está en trámite un sexto proyecto “Derechos y oportunidades de la infancia” que prevé, entre otras novedades, incluir una protección social hasta los 21 años por aquéllos tutelados antes de los 18 años.

2. La tradición polaco-rusa
En el oficio de la educación social, debieran ser de obligada referencia dos hombres, que de forma distinta lucharon por la protección a la infancia: Janus Korczak (1878-1944) autor de Com estimar l’infant y El dret de l´ infant al respecte (1920) cuya edición preparó Antoni Tort (Univ. de Vic, 1999). A partir de la experiencia de autogestión en la casa del huérfano en Varsovia, este escritor-educador llevando dos de los huérfanos más pequeños a cada mano y detrás todo el resto del orfanato en formación subió a los vagones de ganado que los conducirían a las cámaras de gas de Treblinka. La vida institucional de grupo tras otro carismático narrador: Anton Seminovich Makarenko en sus Colonias Gorki y Dzerzhinski hacen inolvidable Poema pedagógico (1935) y Banderas en las torres.

3. La presencia en la prosa y el cine en los países emergentes
Aunque incipiente, el sistema de protección infantil o de educación social en los países emergentes lo podemos seguir a través de la literatura. Por ejemplo Jorge Amado a “Capitanas de la arena” (1937) narra la trayectoria de una huérfana de padres y con un hermano a su cargo. Para los más pequeños es hermana-novia-madre como Wendy lo era para "niños perdidos" o para el mismo Peter Pan, de J. Barrie. Aquí es Pedro Bala, el líder del grupo de abandonados que sobreviven en los arenales cerca del puerto de Bahía y que se auto-organizan en torno a la violencia, pero también con generosidad e inocencia.

Son meninhos da rúa, habitan en un viejo almacén y chocan con la policía, con un sacerdote y como siempre con el director del reformatorio, sus vigilantes, y también con el juez de menores así como con diferentes vecinos a quienes hurtan y engañan. Considerado precursor del gran boom de la literatura latinoamericana de los años sesenta con Cortázar, García Márquez, de alguna forma permanece tras “Ciudad de Dios” (Fernando Meirelles ,2002) que, siguiendo la trayectoria vital de un chico que descubrirá en el periodismo un camino para salir de las favelas de Río de Janeiro en Brasil. Autogestión y la vida que se abre paso con la auto-organización, como en “El milagro de Candeal” (Fernando Trueba, 2004) donde el diálogo entre culturas y músicas es el verdadero ejercicio de educación ciudadana y de cambio social.

4. La tradición educativa y social europeo-norteamericana a través del cine
Desde el histórico padre Edgard J. Flanagan (1886-1948), encarnado por Spencer Tracy en la premiada “Forja de hombres” (Boys Town 1938) o “Cero en conducta” (del documentalista Jean Vigo, 1933) hasta “Ladrón de bicicletas” de Vittorio de Sica (1948) y el neorrealismo de postguerra ,llegaremos a la reflexión sobre la familia y el internado :“Los 400 golpes” dirigida en 1959 por François Truffaut, quizás origen de la Nouvelle vague, a unir una carrera de transgresiones con el ingenio del protagonista en diferentes contextos, metafórica o literalmente, representarán los golpes que la vida no perdona. En otro sentido “El milagro de Ana Sullivan” (Arthur Penn, 1962) “Rain man” protagonizada por D.Hoffman en 1988; “Forrest Gump” (R.Zemekis,1994); “La vida es bella” (Roberto Begnini, 1998) y entre nosotros “La lengua de las mariposas” (José Luis Cuerda, 1999), presentan lo mejor de la educación crítica tanto a un lado como a otro del atlántico.

Hemos esperado medio siglo hasta “Los niños del coro” (C.Barratier 2004) y su personaje Clément Mathieu, fueran homenaje a las BoyTowns (ciudades de muchachos) anglosajonas. Ha sido una afirmación de los Centros de la ‘education surveill’ o de la ‘protection de la jeuneusse’ y de la intervención psicoeducativa. La historia del profesor de música sin trabajo que comienza para sobrevivir como vigilante en un internado con un clásico sistema represivo donde cada infracción es inmediatamente castigada pero que no funciona, en general pero mucho menos para los chicos más difíciles. La novedad radica en impulsar lo mejor de ellos a partir de aquello que él sabe hacer: cantar y animar una tan particular coral.

Un elenco de pervertidos educadores también los encontramos en “Padre nuestro” (Song For A Raggy Boy, 2003). Irlanda 1939, con niños recluidos en un internado-reformatorio, gestionado por sacerdotes, que reciben al nuevo profesor William Franklin quién descubre que en el fondo de cada alumno hay un ser humano. Él mismo incorpora su personal trayectoria de internacionalista luchando en la Guerra Civil Española y a la vez atemorizado por la nueva guerra mundial que se acerca. Seguirá el cine testimonio el drama “Sinner” (2007) como las emitidas por el Canal 4 de Irlanda, en 1998 con testimonios ex-internos que fueron objeto de abusos sexuales, psicológicos y físicos mientras eran aislados del mundo a “Las hermanas de la Magdalena" (2002), dirigida por Peter Mullan.

5. La actualidad teórico-práctica en España
Manual es “aquel libro en el cual se compendia la cosa más sustancial de una materia”, el presentado tampoco es una excepción pero tal vez pueda representar una tradición ecléctica y pragmática apoyada en los nuevos conocimientos que a su vez mejoran las prácticas diarias.

Acierta al incorporar las reflexiones (saber hacer y saber ser) del educador y sus recursos, no únicamente de forma teórica sino concreta y operativa proponiendo ejemplos de buenas prácticas dentro de de la educación social, que como si la disciplina quisiese adquirir – con ese nuevo manual- cierta mayoría de edad. Tiene ilustres precedentes y coetáneos: el “Manual para el educador social” (vol. I y II, 1991) de Miguel Costa Cabanillas y Ernesto López Méndez publicado en Madrid por el Ministerio de Asuntos Sociales, hoy localizable únicamente en bibliotecas y, después de una década, el “Manual de pedagogía social de la inadaptación social” de Carmen Panchón Iglesias. O las recientes aportaciones de: T. Feliz, F. Sepúlveda y R. Gonzalo “Didáctica General para educadores sociales” (2009) y J. A. Caride y M. Vieites “De la educación social a la animación teatral” (2006).

Un buen acervo de aportaciones universitarias a la Educación Social, como objeto científico, y sin ánimo de agotar la relación son las múltiples obras y artículos de: C. Ponce, M. Guasch, L. F. Valero (en la Univ. Rovira i Virgili ); J. M. Quintana, M. Senra, M. L. Sárrate, M. Melendro, P. Quicios, G. Pérez Serrano, M. T. Martín González (en la UNED), J. Sáez (en la Univ. de Murcia), J. García Molina (en la UCLM), P. Fermoso (UCJC), J. Ortega (Univ. de Salamanca), V. Núñez, C. Sánchez, A. Parcerisa y A. Petrus (UB), X. Úcar (UAB), M. Segura (Univ. de la Laguna), J. Riera (URL), X. March (UIB), V. Garrido (Univ. de Valencia) o desde perspectivas institucionales diferentes (J. Funes, J. Barudy y J. M. Alonso Varea).
Es estimulante el testimonio de un educador y profesor universitario del Practicum que, después de numerosos esfuerzos para llegar a una cierta síntesis entre la teoría y la práctica, aceptando confrontar su experiencia a la de sus colegas... En puridad, su demasiado ambicioso título puede defraudar aunque tal vez haya sido fruto de las exigencias editoriales que desbordan el resultado de un honesto trabajo.

Esta opera prima supone un hito en el desarrollo de la identidad profesional y de las competencias profesionales de la educación social. Insisto a pesar de la redundancia en que es un oficio ligado a los ayuntamientos democráticos y a los derechos del niño como factores de cambio por un educador social.

Comparto la visión positiva y optimista del ser humano que ofrece, sin entrar a fondo en factores protectores o en la resiliencia ( Stephan Vanistendael, Jordi Cots, Boris Cyrulnik; Tim Guenard ) acepta el análisis de los déficits para hacer valoración o diagnóstico y mejorar la intervención. Acción, modelos, técnicas y métodos que, a modo de compendios, conformarán el corpus de intervención y que ayudan el educador a ejercer su rol profesional dentro de los espacios personales e interprofesionales en que se mueve.
Son importantes los ejemplos de actuaciones profesionales que desarrollan: Inés Solé, educadora de equipos de infancia en riesgo, Helena Homedes, educadora experta en intervención domiciliaria, Carmen Carretero, experta en temas de familia, Gemma Grau, pionera en equipos de orientación del ámbito educativo en Cataluña, y Cinta Borràs y José Ángel Martín, educadores de centros de menores.
El libro atestigua tal vez una creciente demanda en los últimos treinta años de contextos laborales (servicios sociales, penitenciarios, sanitarios, especializado en toxicomanía, en infancia o menores) diferenciados. Lucha diaria para poner fin o coto a la marginación; respuestas en estado de construcción y necesidad de plantear éticamente alternativas y actuaciones para poder atender en las cambiantes circunstancias, tal y como hace Araceli Lázaro, en “Consideraciones éticas en la atención a la infancia y adolescencia” (QASC, 6/2009).
Hoy es importante validar las funciones de estos profesionales, en los servicios sociales y fuera de ellos, como está investigando el profesor Vallés en su proyecto de tesis doctoral dirigido por R. Pérez Juste y M. Senra (UNED) pero aún lo es más la profundización de la praxis emprendida hace menos años por las Universidades y cuyo reflejo puede ser la Sociedad Iberoamericana de Pedagogía Social (SIPS).

Es un libro que después de seis meses en los escaparates de las principales librerías, catálogos, ha recibido más de media docena de exigentes críticas y tal vez dejará definitivamente atrás lo que su autor considera la caballería andante del educador social. El texto mira de aprovechar las oportunidades proponiendo el mismo humor e ingenio que el Don Quijote para seguir deshaciendo entuertos, es decir, dando habilidades, instrumentos y ejemplos para mejorar.